Si no sólo las paredes hablaran...
sino que también las almohadas pudieran hablar,
habría mucho ruido en la habitación...
La suave confidente se empapa,
siente metrallas de un corazón latiendo a prisa
escucha y calla....
Es muda como las paredes,
que sólo escuchan murmullos y sollozos...
escuchan lo que la mente hila una y otra vez
entre recuerdos, preguntas, afirmaciones,
alguna que otra confesión, rabia, alegrías y tristezas...
un torbellino de emociones y pensamientos
que quedan guardados entre sus nubes internas
con un candado que queda inquebrantable.
Todo entra y nada sale de ahi,
pese a que no emite palabra alguna
suele calmar aquella tormenta
que ha empapado sus fibras
noche tras noche...
Llega un momento de quietud
que aclara o suaviza las cosas,
su consuelo no se basa en palabras,
sólo en escuchar quejas,
llantos y palabras
que no se los lleva el viento
sino que ella los atrapa y no los deja escapar.
Fiel compañera de cada noche
que escuchas miles de reproches,
enjuga las penas y los problemas,
guardalos en tu prisión de nubes
no los dejes salir, no los dejes salir!...
que no toquen la pobre vida.
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